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AZORAFA

Relatos Azorafa

De las esperanzas

“Libre de la memoria y de la esperanza,
ilimitado, abstracto, casi futuro,
 

el muerto no es un muerto: es la muerte.
Como el Dios de los místicos
de Quien deben negarse todos los predicados,
 
el muerto ubicuamente ajeno
no es sino la perdición y ausencia del mundo.
Todo se lo robamos,
 
no le dejamos ni un color ni una sílaba:
aquí está el patio que ya no comparten sus ojos
allí la acera donde acechó la esperanza
Hasta lo que pensamos
 podría estar pensándolo él también;
nos hemos repartido como los ladrones
el caudal de las noches y de los días.”

Encontré este pedazo de Borges.

Lo trajo de la mano una espera.

La espera siempre acompañada, aún a desgano,

de una esperanza,
y las esperanzas....

Inmóviles estatuas,

mas vale te muevas para visitarlas

(con olor a París y barba adolescente).
Como tantas, como otras.

 

Como el prólogo de las miradas
como la belleza,

como la perfección

y el inevitable ahogo.

 
Tarde de invierno
jugando a que no entiendo nada
también encuentro este mensaje

cifrado en rojo y negro:
"para recobrar la alegría".

Yo no pedí nada.

Ni a borges ni a las esperanzas.

pero vienen

y también vienen los famas.

 

Paul Agosto de 2009

Brevedades

A veces le asisten espacios de cordura, momentos de realidad. Que son todo, porque sin ellos qué haría. Qué nuevos episodios inventaría. Recurre a esos instantes como un maratonista sediento. Los exprime. Sabe que son escasos y breves. Tan breves que es un fastidio. Por eso cuando aparecen, sin lógica ni cronometría, decide. Y puede ser que decida desde un viaje hasta un nuevo corte de pelo. Desde un matrimonio hasta una visita inadecuada. Cuenta con esas brevedades, pero no las espera. Porque sabe que aparecen sin lógica ni cronometría. En uno de esos brevísimos momentos (tal vez el más breve que recuerde) decidió enterarse de su casa habitada de él y por él. Enterarse de sus rincones. Y los recorrió todos, los bendijo uno por uno, los amó como a huérfanos. Y después se le fue la brevedad, la cordura, la sed, la realidad y le pareció que era nada. La casa, los rincones y los huérfanos.

Entonces la vendió. 

 

Esther Mayo de 2009

Habitante

I

Habitar negando el hábitat. Tornarlo constantemente un espacio intoxicado reciclado en explicaciones que son su propio vicio. Un niño, que tiene todas las edades, camina por el cordón de la vereda. Mira al suelo en busca de monedas pero ni siquiera se ve los pies. La vista es el último de los lujos y él lo sabe; sobre él hay sombras de gigantes que obvian a su paso la escena. La puesta en escena de Constitución, por caso. Espectáculo en un gran escenario que ni el más idóneo de los escenógrafos podría emular. Gusanos de metal vomitan trabajadores con la misma exactitud cada mañana; tortas de harina huelen a gualicho, ofrendas al xenófobo transeúnte que se debate entre aceptarlas o apostatar en un brauni[1]. Hombres y mujeres se rozan el suéter en un paso acelerado, intuyendo, tímidamente, que eso debe ser la piel. Escape libre es el nombre de la banda de sonido y también, bocina. Explota un tetrabric[2] abandonado y la vieja se inquieta, ahora entiende los buenos servicios que el uocman[3] le ofrece a su nieto. El niño cree haber hallado una moneda; pobre tonto, los cospeles devinieron tarjetitas que se doblan, se mojan, se reciclan. No le importa, el pegamento hace que cualquier moneda sea una moneda. Ficción dentro de la ficción. Desde la platea le gritan tonto, tonto, no te drogues, no te niegues, sé vos mismo. Habitar negando el hábitat. Tornarlo constantemente un espacio intoxicado reciclado en explicaciones que son su propio vicio.           

 

II

En nombre de la civilización y de la época, no se puede estar solo. La soledad es índice de un inadecuado manejo de las emociones, una disponibilidad a la socialización deficiente y siempre, motivo de sospecha. Por eso los dispositivos: el de la familia primero, un sitio seguro donde estar cerca, tan cerca, que sea un asco sentirse tan lejos. Congregarse, pertenecer, gustar. El fin último de la vida social es realizarse en la sociedad y esto, traducido a 2003, es tener las suficientes credenciales de pertenencia a unos grupos que le den identidad a una. Se es, ante todo, asociado, suscriptor, usuario, consumidor, abonado. Tantas cosas simultáneamente que la transversalidad es la esencia; al fin no estamos atravesados, somos esto atravesado; tan múltiplemente interpelados que devenimos porciones de nosotros mismos. Somos reclamados en pedazos[4] y repartidos casi como botín. Vivimos todas esas vidas simultáneamente y, por un milagro que no puede explicarse, como suele ocurrir con los milagros, no nos desarmamos en el trayecto.

ALPLAX: ANTIDEPRESIVO. AGENTE ANTIPÁNICO.

La soledad aparece irrealizable. Lo más cercano que puede vivirse como experiencia es el aislamiento. Como Kafka que fantasea a ser Samsa: bicho raro aislado. Esto, siempre que se esté sano y que se sea lo suficientemente convincente para demostrarlo. El aislamiento del genio, del intelectual, del artista, es soportado en tanto produzca. Es una soledad justificada y romántica. Los otros, en cambio, aquellos que no producen ninguna genialidad, son aislados en sitios menos felices que el cuarto de Samsa.

OXADISTEN: ANTIINFLAMATORIO. ANALGÉSICO. MIORELAJANTE.

Pero habría que decir: solo y rodeado[5]. Acaso el mayor de los efectos especiales: la soledad concurrida. Gente que se siente sola. Dos opciones: ir al sicólogo para restablecer el vinculo entre el Yo y el entorno, entendiendo que el entorno sólo es a partir del Yo y que es éste y ningún otro quien lo genera, o asistir a grupos donde otras personas sienten lo mismo. En cualquiera de los dos casos se trata de hablar sobre los sentimientos. Encontrarles una explicación. Dar con el problema. Siempre dentro de una misma lógica: sentirse solo es índice de un conflicto. Nada se dice sobre un modo de vivir y habitar que no puede ser de otro modo que sintiéndose en soledad, tan característico como el exceso de movimiento, de rapidez y fugacidad de las cosas, o cualquier otro gesto. Unos se sienten solos, otros están solos, pero todos, seguro, rodeados.  

RIVOTRIL: ANSIOLITICO. ANTICONVULSIVANTE.

 

III

Habitar negando el hábitat. Tornarlo constantemente un espacio intoxicado... El niño piensa qué bueno que existiera un juego, cualquier juego, en el que no importaran los puntos. En el que el placer de jugar fuera el juego en sí mismo. Mientras trata de imaginarlo un señor que no posee más casa que su propio cuerpo, vomita la comida que no comió. El niño se corre para no salpicarse justo cuando de la platea, un hombre bien peinado, toma la palabra. El iluminado opina que los niños deben jugar y no vivir esa vida que él lleva. El resto de la platea aplaude y conviene en organizarse para tratar el tema, otro día, no hoy, que justo juega Boca (ya se sabe que los iluminados tienen derecho al esparcimiento también). Si al fin él juega a que es un niño, juega a que es un hombre, juega a que tiene cama. Cómo no habría de existir un juego en el que no contaran los puntos.

Habitar, y en el mismo gesto, negar el hábitat.

 

Esther Julio de 2003

 


[1] Brownie: porción de bizcochuelo de manteca.

[2] Tetra Brik: Envase de cartón para soportar líquidos.

[3] Walkman: aparato para reproducir sonidos y escuchar con auriculares.

[4] En pocas circunstancias somos reclamados íntegramente (habría que preguntarse si es eso posible). El modo de vida que asumimos como habitantes de la ciudad no contempla más que la exposición de cierta apariencia. Apariencia que en cada ámbito se desenvuelve convenientemente a él. De modo que cada uno de ellos nos demanda sólo una parte. La idea de rol ya ni siquiera es adecuada, porque para desempañar un rol aquí, y otro allí, es necesario el compromiso de más de una parte. Esta afición tupacamariana que vivimos, en cambio, no requiere más que la intervención de uno de los programas o aspectos que poseemos: basta con la actitud adecuada a cada situación. Piénsese en la medicina, ciencia que supone la consideración del cuerpo, en su funcionamiento, al menos, como un todo. En la práctica la salud no es una unidad. El buen funcionamiento de cierto órgano pone en riesgo la salud de otro. Se trata en todo caso de privilegiar de qué parte del cuerpo se desea sentirse mejor. Aliviar una jaqueca puede ser nocivo para el estómago. Y este cuerpo es el mismo que genera entornos, a su vez, incompatibles con su propia corporalidad.  

Pero este ser reclamados en pedazos es consecuencia y causa de la multiplicidad de opciones que nos atraviesan. Tantas, que el sentido está puesto no en lo que se escoja, sino en el acto mismo de escoger. No importa si se vive en el gimnasio o en los bares, importa que se vive de algún modo, que se elige algún modo. No se trata tampoco de ser algo. Se trata de estar atento a todas las opciones posibles que cada momento ofrece a fin de escoger. Sometidos a ser libres: la libertad que supone la elección se convierte en sojuzgamiento. Y en eso nos hemos perfeccionado, en tener un menú tan amplio, que elegir requiera un estudio de mercado. Aunque la comida sepa bastante parecida y entre platos no haya mayor diferencia que la distinción de sus nombres.

[5] Rodeado es una palabra compleja. Estar rodeado requiere aclaración de contexto aunque la propia palabra rededor, signifique contorno o contexto. Estar rodeado de afectos puede ser deseable; estar rodeado en un secuestro siendo el secuestrador, puede no serlo. Pero con independencia de la buena o mala fortuna del rodeo, éste implica siempre un cerco que se compone de más de uno. No se está rodeado de uno solo sino de muchos o varios. Eso que rodea no se puede penetrar, tiene la forma y el límite de aquello que es rodeado. Del mismo modo, quienes rodean no pueden penetrar al que es rodeado: su naturaleza es la de ser alrededor o en rededor, es decir, cerca, próximo, y por ello, en otro lugar que no es el del rodeado. Si el rodeado no puede penetrar aquello que lo rodea, ni aquello que rodea mezclarse con su rodeado, tenemos que la soledad es, al fin, la condición propia del ser humano. Se puede estar junto a, rodeado de, pero jamás en. Tal vez por eso el acto sexual sea la más maravillosa de las suspensiones: se es en el otro como si uno solo. Y hay ahí una pista: la soledad es condición, pero el cuerpo está dispuesto siempre a atravesar el cerco. No estamos atrapados en la carne, antes bien, es la única posibilidad de dejar de estar atrapados. Gustar, oler, ver, oír y tocar.  

Vida eterna

“Más que por la duración del tiempo que ofrece hechos invariables, se vive por la diversidad de las situaciones en que el tiempo nos hace intervenir”

La Nación, 7 de octubre de 1893.

 

“La ciencia acaba de descifrar un mecanismo de resucitación que abre un escenario científico extraordinario. El autor de este hallazgo (…) logró comprender el proceso de “resurrección” de una bacteria que aun después de muerta es capaz de volver a la vida en pocas horas. Para el científico podría ser el primer paso en el terreno de la reconstitución neuronal y cardíaca. Pero de allí en más, todo sería posible. Hasta la vida eterna.” El periodista le pregunta: “¿Podríamos decir que usted acaba de fundar un instituto que trabajará para la resurrección humana?” y el científico responde: En broma, suelo decir que pediremos financiación al Vaticano para trabajar sobre la base molecular de la resurrección. Si Roma nos da el dinero, habremos ganado.”

La Nación, 12 octubre de 2006.

 

Me gustaría preguntarle al científico: ¿qué habremos ganado?… se vive por la diversidad de las situaciones en que el tiempo nos hace intervenir.

Esther Octubre 2006

Avance

Crema antiage, reafirmante, hidratante, humectante, relajante, nutritiva, de noche, de día; mascarillas, geles, tonificantes, contorno de ojos. Tratamientos para la celulitis, las venitas, las várices. Gimnasio tres veces por semana. Belleza de pies y manos. Peluquería, corte, tintura, peinado, baño de crema o ampolla hipersuperreconstituyente del tejido capilar, brayin, planchita. Depilación de piernas, axilas, bozo y cejas. Masajes descontracturantes, reafirmantes, desestresantes, reductores. Pulido corporal. Dietas líquidas, sólidas, de la luna, de las verduras. Rubor, base correctora, delineador de ojos y labios, esmaltes, lacas, sombras, rimel, labial. Cama solar o sol con pantalla 60. Ropa deportiva, formal, sport, casual, de entre casa, ropa interior. Zapatos, sandalias, botas, zapatillas, ojotas. Carteras, chales, cinturones y demás accesorios. Revistas de orientación para combinar todo eso. Cirugías estéticas, botox, rellenos. Trabajo, marido, hijos, casa, jardín, mascota, madres, suegras. Qué adorable la liberación femenina.     

Esther Octubre 2006

Acuario

Un acuario impresionante. Paredes de vidrio, techos de vidrio, un recinto en el que no queda claro si el visitante es exhibido a los peces o los peces al visitante, salvo por un detalle: los peces mantienen conductas adecuadas. Los visitantes en cambio, se comportan de una manera extraña. Los peces entienden la voz del altoparlante: “no rompa el vidrio de la pecera, porque los humanos no respiran en el agua”. Pero los visitantes no atienden la voz que grita “no utilice flashes porque los peces carecen de párpados” y hasta duplican la apuesta utilizando reflectores. Después de un rato se comprende la situación: todo lo que en principio se juzga como gente recorriendo el lugar, son en realidad cámaras digitales y teléfonos móviles que llevaron a pasear gente. Por eso no entienden, porque los artefactos no piensan. Por suerte los peces, que son muy organizados y solidarios, hicieron un fondo común y compraron lentes oscuros para toda la comunidad acuática. También preparan una convención para noviembre, en la que intentarán averiguar por qué las personas no pueden admirar y necesitan registrarlo todo virtualmente. Tienen una hipótesis: creen que a los humanos se les atrofió la capacidad de vivir la realidad y solo pueden percibirla a través de aparatos. El ala más dura de la convención, va más allá: creen que la tecnología piensa, decide y actúa, por las personas. En noviembre se sabrá.  

Esther Octubre 2006

Victoria

Elegante, arrogante, seductora, autoritaria; se piensa que la literatura es un capricho, que los hombres niños, que Europa el mundo. Victoria Ocampo, mujer y oligarca, dos condiciones (en la época) para mantenerse al margen de intervenir en cuestiones culturales que escaparan al consumo o la beneficencia. Aun así se mete por los laterales y dinamita. Fragmentariamente, a tientas, confusa, se mete. Y una vez allí se anima a acercar en una cultura de oposiciones y exclusiones; se anima a ser punto de encuentro en una sociedad siempre en construcción.

 

Es una mala escritora con el suficiente talento para reconocerse carente de esa virtud. Ella es la ausencia y no lo niega. Por eso contiene antes que exhibe, es mecenas antes que intelectual. Vincula escritores y artistas y en ello pone todo su esfuerzo y dinero. Utiliza sus vínculos para crear redes, para acercar personas. Y al fin, ella misma es el invento de sus propias articulaciones. Eso es Victoria Ocampo: una mujer apasionada que busca. Y en esa búsqueda encuentra, no sólo para ella, sino para toda una cultura. Le tocaron en suerte una clase social regresiva y un género apéndice del otro, con esa invalidez a cuestas, tradujo, editó, publicó, escribió, acogió, viajó... En una carta a Waldo Frank le dice: “no sabe usted lo que es vivir entre personas que nunca me comprenden ni aceptan. Usted no puede imaginar lo que es ser mujer en América del Sur”

Esther Diciembre 2006

De las nucas

Después de la segunda copa de Malbec no le creo nada, pero me hizo reír tanto, que verdad o Malbec vale la pena repetirlo: “todo lo que los hombres queremos es que nos acaricien la nuca”. Que me parece un poco reducido en expectativas, le dije. Que no, que es todo lo queremos, insistió. A algunos nos gusta más subiendo por la nuca hacia el centro de la cabeza, a otros, hacia los costados casi por la mandíbula. Le retiré la botella, pero no pude quitarle la copa. OK, te creo lo de la nuca pero explicame, además ¿qué otra cosa quieren?; ¿Los hombres? me preguntó; no las nucas, le contesté. Sí, los hombres. ¿Además de que nos toquen la nuca? Sí, además. Bueno eso depende. Si se trata de una relación light, un rato después nos enamoramos. Pero si es una relación formal, un rato después nos aburrimos. Si estamos con una mujer independiente, un rato después queremos controlarlo todo. Ahora si es sumisa, un rato después es agobiante tener que decidir cada paso. Una mujer decidida en la cama, un rato después preocupa. Ahora si es pasiva, un rato después queremos acción. Si una mujer delgada, un rato después mejor que sea rellena. Si es gorda, obvio que queremos una flaca. Si una mujer afectuosa… pará, le dije, ¿vos me hablás en serio? Sí claro -y me arrebató el malbec. Nos quedamos callados, midiéndonos. Está bien, está bien. Reconozco que a veces también queremos otra cosa. ¿Qué? le pregunté. Se me acercó al oído con una semisonrisa  y me acarició la nuca, justo en el centro.

Esther Agosto 2005

Cajita de música

Me escribe sin merecerlo. No merezco leer este esbozo, pero ella no lo sabe, ni siquiera intuye que lo que dice dispara demasiado como para que alguien merezca leerlo. Artista sin haberlo elegido (nadie elige el sufrimiento del arte), artista por herencia (nadie elige genes de escultura). Ella no sabe, es demasiado niña de treinta para saberlo. Y como una niña lo exhibe sin esperar. O tal vez sí, tal vez espera nombrar lo que no comprende, nombrar lo que está vacío, como si acaso pudiera llenarlo con olores o músicas. Decide que su instalación en el San Martín se llamará Muestra Madre y lo dice como si dijera nada. Que de dónde venimos se pregunta, que adónde pertenecemos… “Caminamos desde un cuerpo hacia el mundo, una ventana, cuánto misterio. Un cuerpo, primer latido, que al compás del más grande, va gestando sinfonías ancestrales”. Ella no es madre. Ella no tuvo madre. ¿Cómo se atreve a decir “cajita de música”? Cajita de música una madre… No sabe. No entiende. La confusión del arte la lleva a arriesgar sentidos para cajas vacías; entre tanto yo sigo leyendo sin parpadear una partitura inmerecida, tratando estúpidamente de descifrarlo.

Esther Mayo 2007

Piedritas

“De vez en cuando la alegría

tira piedritas contra mi ventana

quiere avisarme que está ahí esperando

pero me siento calmo

casi diría ecuánime

voy a guardar la angustia en un escondite

y luego a tenderme cara al techo

que es una posición gallarda y cómoda para filtrar noticias y creerlas

quién sabe dónde quedan mis próximas huellas

ni cuándo mi historia va a ser computada

quién sabe qué consejos voy a inventar aún

y qué atajo hallaré para no seguirlos

está bien no jugaré al desahucio

no tatuaré el recuerdo con olvidos

mucho queda por decir y callar

y también quedan uvas para llenar la boca

está bien me doy por persuadido

que la alegría no tire más piedritas

abriré la ventana.” Piedritas en la ventana, Mario Benedetti.

Y aunque aquél maestro, modelo y guía de mis primeros años literarios, lo llamó poeta menor y me reprochó el citarlo, lo sigo leyendo después de muchas lecturas a cuestas, tratando de entender su desazón, su aludir a la alegría sin creerla.

Esther Abril 2007

No me diga

Encontré sin buscar y estaba él, con su mirada de niño tímido, con esa ingenuidad que tiene para responder cuando le preguntan trascendencias. “¿Yo dije eso?” “¿Cuándo?” Y el periodista español le precisa fecha y libro con una sonrisa enorme; espera que esa oración pronunciada dé lugar a una reflexión infinita, a un descubrimiento fantástico y definitivo de su ser. “No sabía lo que decía, estaba practicando, tratando de ver si me salía escribir” El periodista no se resigna: “Pero Maestro, usted es uno de los escritores más…” No lo dejó completar la frase, lo miró ciego y cargado: “No me diga maestro, dígame simplemente Borges”.  

Esther Abril 2007

Padres

Padres. Hombres potencialmente padres. Padres impotentes. Padres con poder. Poderosos que no son padres. Jóvenes que no saben que son padres. Padres enterados que sin embargo no entienden. Entendidos en el tema que buscan. Todos llevamos un padre a cuestas. Todos somos un padre, enterado, impotente, potencial, poderoso, digno, infeliz, anticuado, amoroso. Todos admiramos a otro padre que no es el que nos tocó. Todos tenemos el padre que amamos, que a veces coincide con la sangre y a veces no. Padres que coinciden y padres que juegan a ser lo que les sale. Padres íntegros, padres anécdota, padres imposibles, padres admirables. Un rol, un estado, una situación o las tres revueltas en un hombre. Entre tanto, desde el sillón mi propio padre me consulta una sencillez que no puedo responderle ahora que estoy preguntándome cuál de todos será él.

Esther Julio 2007

Desear

“Lo vas a tener tan rápido que no vas a tener tiempo de desearlo” dice una publicidad. Pregunto: si lo tengo tan rápido que no puedo llegar a desearlo ¿para qué lo quiero? Lo más interesante de todo lo que esperamos es el proceso de desearlo y conseguirlo. ¿Qué viene después del deseo? Me respondo que otro deseo o el aburrimiento. Pero si el acto de desear coincide en espacio y tiempo con el consumo de lo deseado, ¿qué esperar? Claro que no me refiero a hamburguesas inmediatas. Pongamos por caso las plantas. Si no tuviera que esperar que florezcan los jazmines, si todo el tiempo el jazminero tuviera flores, sería lo más parecido a una planta de plástico, estática e idéntica cada día. Desear para que sea diferente. Desear para esperar. Esperar para cambiar de deseo. Y si no transcurre un pedazo de tiempo, ¿cómo saber que eso que creo desear es lo que realmente deseo? Claro que la publicidad no tiene puesto el acento en el deseo sino en el consumo. Sin embargo, y aún en una época en que somos estos que consumen, y aún imaginando un estado de abolición total del deseo, consumir también requiere tiempo, selección, comparación, lucidez… para mí que es al revés: la publicidad nos desea a nosotros. Y nosotros, hasta nuevo aviso, podemos elegir, dejarnos seducir,  histeriquear, hacernos desear.

Esther Junio 2007

Reparar

Reparar en las cosas es tal vez uno de los gestos más humanos que pueden ocurrirnos. Ese instante en que damos cuenta de las arrugas al lado de los ojos, que escuchamos a nuestro padre repitiendo la misma anécdota, que miramos la biblioteca atestada de libros sin acomodar. Esos momentos que no hacen otra cosa que marcar el tiempo. No ocurre todos los días, por eso los instantes en que reparamos nos detienen el corazón un rato y también la vista. Ese señor que amanece al lado, ese deporte que ya se practica solo casi sin nosotros, esa charla gastada con el mismo amigo, esa esperanza reiterada… Sin embargo ninguno de estos reparares es tan complejo ni tan profundo como el de reparar en el acto rutinario, en ese itinerario desprovisto de juicio, ese puro acto mecánico. Poner la pava y ni preguntarse si a esa mañana en vez de té no le iba mejor un licuado. Propone Ortega y Gasset que siempre hay posibilidad de elección que aun el esclavo puede elegir: obedecer o morir. Nuestras elecciones parecieran más sencillas que la vida o la muerte… pero no dudo que reparar en la primera, considerar sus ofertas diarias con mayor respeto y solemnidad, puede ser un excelente elixir contra la segunda y su empleado destacado: el tiempo.

Esther Febrero 2006

Formación In-formación

Sin duda es conveniente leer los diarios para comprender luego Barcelona. Fuera de eso se trata siempre de resolver de la mejor manera posible, la tensión entre formación e información. No hay tiempo para las dos. En una época de formación permanente, informarse es casi suntuoso. Pocas veces nos encontramos con personas que, excesivamente informadas, den cuenta simultáneamente de una formación adecuada. Porque estudiar, capacitarse, entender, exige una distancia necesaria del flujo cotidiano de los acontecimientos. Aprender requiere suspender el tiempo, hacer como si no pasara nada allá afuera y solo aquí adentro en este escritorio. Por el contrario, informarse es atender estímulos externos y ponerlos en relación constante con los otros infinitos aconteceres (actividad que juzgo absolutamente innecesaria dado su alto índice de repetitividad). Nada hay de nuevo que no pueda imaginarse o ficcionarse. Basta reiterar hasta el hartazgo los amargos hechos de los últimos diez años y se obtiene el presente. Cualquiera que comprenda los modos correctos de proyectar información obtendrá eso que la tele llama “realidad”. Cierto: aparece necesario el equilibrio pero no tengo idea de cómo se lograría. Mientras tanto Barcelona satisface perfectamente todas las necesidades de actualidad, en algo que podría ser la síntesis entre necesidades de in-formación y necesidades de formación, a saber: la de-formación de la, de todos modos, inaccesible realidad.

Esther Abril 2006

F de Facundo o de Funes

Les recomiendo la instructiva relectura del Facundo, en especial el apartado del "Gaucho Malo" donde se destaca la memoria extra-ordinaria de aquéllos, cuando se trata de recordar caballos de mil estancias. Son como unos memoriosos Funes pero mal entrazados y mal entretenidos. Pegan la oreja al suelo y perciben, ya no un galopar, sino la esencia misma de quién galopa. Funes, no sólo recuerda “cada hoja de cada árbol de cada monte, sino cada una de las veces que la había percibido o imaginado”. Incapaces de portar ideas generales solo pueden memorizar particulares. Las consecuencias las explica Borges muy bien: Funes no discierne el avance del minutero sino “los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga”. Y en instancia de concluir define: “Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos.” La analogía con Sarmiento y su Gaucho Malo es casi obvia, pero no me animo a afirmarlo (no porque no me parezca, solo por no permitírselo) Literato, cajetilla… mal entretenido. Lo que quería en realidad es recomendarles la instructiva relectura del memorioso Funes.

Esther Febrero 2006