Acuario
Un acuario impresionante. Paredes de vidrio, techos de vidrio, un recinto en el que no queda claro si el visitante es exhibido a los peces o los peces al visitante, salvo por un detalle: los peces mantienen conductas adecuadas. Los visitantes en cambio, se comportan de una manera extraña. Los peces entienden la voz del altoparlante: “no rompa el vidrio de la pecera, porque los humanos no respiran en el agua”. Pero los visitantes no atienden la voz que grita “no utilice flashes porque los peces carecen de párpados” y hasta duplican la apuesta utilizando reflectores. Después de un rato se comprende la situación: todo lo que en principio se juzga como gente recorriendo el lugar, son en realidad cámaras digitales y teléfonos móviles que llevaron a pasear gente. Por eso no entienden, porque los artefactos no piensan. Por suerte los peces, que son muy organizados y solidarios, hicieron un fondo común y compraron lentes oscuros para toda la comunidad acuática. También preparan una convención para noviembre, en la que intentarán averiguar por qué las personas no pueden admirar y necesitan registrarlo todo virtualmente. Tienen una hipótesis: creen que a los humanos se les atrofió la capacidad de vivir la realidad y solo pueden percibirla a través de aparatos. El ala más dura de la convención, va más allá: creen que la tecnología piensa, decide y actúa, por las personas. En noviembre se sabrá.
Esther Octubre 2006
0 comentarios