De las nucas
Después de la segunda copa de Malbec no le creo nada, pero me hizo reír tanto, que verdad o Malbec vale la pena repetirlo: “todo lo que los hombres queremos es que nos acaricien la nuca”. Que me parece un poco reducido en expectativas, le dije. Que no, que es todo lo queremos, insistió. A algunos nos gusta más subiendo por la nuca hacia el centro de la cabeza, a otros, hacia los costados casi por la mandíbula. Le retiré la botella, pero no pude quitarle la copa. OK, te creo lo de la nuca pero explicame, además ¿qué otra cosa quieren?; ¿Los hombres? me preguntó; no las nucas, le contesté. Sí, los hombres. ¿Además de que nos toquen la nuca? Sí, además. Bueno eso depende. Si se trata de una relación light, un rato después nos enamoramos. Pero si es una relación formal, un rato después nos aburrimos. Si estamos con una mujer independiente, un rato después queremos controlarlo todo. Ahora si es sumisa, un rato después es agobiante tener que decidir cada paso. Una mujer decidida en la cama, un rato después preocupa. Ahora si es pasiva, un rato después queremos acción. Si una mujer delgada, un rato después mejor que sea rellena. Si es gorda, obvio que queremos una flaca. Si una mujer afectuosa… pará, le dije, ¿vos me hablás en serio? Sí claro -y me arrebató el malbec. Nos quedamos callados, midiéndonos. Está bien, está bien. Reconozco que a veces también queremos otra cosa. ¿Qué? le pregunté. Se me acercó al oído con una semisonrisa y me acarició la nuca, justo en el centro.
Esther Agosto 2005
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