No me diga
Encontré sin buscar y estaba él, con su mirada de niño tímido, con esa ingenuidad que tiene para responder cuando le preguntan trascendencias. “¿Yo dije eso?” “¿Cuándo?” Y el periodista español le precisa fecha y libro con una sonrisa enorme; espera que esa oración pronunciada dé lugar a una reflexión infinita, a un descubrimiento fantástico y definitivo de su ser. “No sabía lo que decía, estaba practicando, tratando de ver si me salía escribir” El periodista no se resigna: “Pero Maestro, usted es uno de los escritores más…” No lo dejó completar la frase, lo miró ciego y cargado: “No me diga maestro, dígame simplemente Borges”.
Esther Abril 2007
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