Nacido el 4 de julio
Una madre sueña y no es un sueño inocente. Sueña a su hijo hablando a una multitud, lo sueña diciendo grandes cosas. Él es un niño todavía pero es ya un hombre soñado. Ni la madre ni el niño saben que ese momento onírico les constituye un mundo; que son ya la puesta en escena que habitan confiados en su mundo seguro de almuerzos familiares, brillo de pantalla e instituciones guardianas. Sin embargo algo no sale tan bien. Y cuando el niño ya no lo es, el sueño se empieza a parecer a una pesada noche larga. Ese niño soñado debía ser hombre, pero en su lugar es sólo una silla de ruedas. Un hombre a medias, un hombre aparato, un hombre sin sexo, un hombre soldado. El sueño se retuerce, amenaza disolverse en pesadillas y helicópteros. ¿Será el sueño equivocado? Como una campana que suena a último momento, el sueño se salva y a su paso arrasa con el niño y con el hombre. El sueño de la madre está a salvo: él está por decir grandes cosas a una multitud. Pero llegar ahí le costó su propio sueño que era a su vez el de todos, a saber, el sueño americano. Sobre el film Nacido el 4 de Julio, Oliver Stone, 1989.
Esther Marzo 2007
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